sábado, 18 de julio de 2009

Te besaría hasta en la feria...



A veces me creo que vienes por detrás en silencio y me siento como una triste Amelié tiznada de harina, sin saber si al darme la vuelta el rubor de los calefactores de mis mejillas me empañarán tanto las lentillas que no podré vislumbrar tu cara…
A veces te imagino sentado frente a mí, acercándote poco a poco con mirada palpitante, y yo mirándote sin saber mis ojos donde enfocar…si a tus ojos, tu boca o tu aliento suave…
Y así te vas acercando más y más y mi pecho se transforma en un metrónomo obsesionado en convertirse en un director de orquesta con una obra de Allegro…en salirse del pecho traspasando miles de sentimientos…
Y te acercas más y mi boca se humedece con lascivas lenguas que toda la cavidad llenan de ansias…
y cada vez más cerca hasta que casi huelo tu colonia…
y mis manos sudan lo que no suda mi cuerpo,
y mis dedos se vuelven mariposas que no vuelan nunca recto,
y mis bajos se emocionan y te requieren…
y cada vez más cerca hasta que llegas a dos centímetros de mi nariz y entonces…
yo me acerco más, mi inclino atrapando entre mis pechos los deseos que brotan del tuyo y te beso….

lunes, 13 de julio de 2009

el biciclista...y su lady...


Y se metió el tortazo de su vida…

Salió disparado de la bicicleta sin saber muy bien porqué y jocicó contra el suelo baldosinado y caliente de la acera que llevaba a su casa.
El dolor le hacía sentir un frío metálico en la cara y en la boca, un sabor extrañamente dulce y suave y como a monedas de la sangre y un dolor punzante de las gravilla en sus mofletes ya no tan floridos; un dolor que se le metió hasta por entre las muelas…
El dolor que sentía no sabía muy bien de dónde salía ni hacia dónde iba pero le hizo sentir que medía menos de un metro, que todo su cuerpo recio y largo se había compactado en un pequeño liliputiense esperando que un Gulliver viniera a rasgar sus cuerdas de pita…el dolor salía desde abajo y le recorría todo el muslo invadiéndolo una especie de vaguería y pasotismo por levantarse y ver que verdaderamente se había caído…por ver que había más de unos ojos mirando para observar la reacción idónea que los mirones aprenderían a no imitar…
Y de pronto se sintió muy muy solo…se sintió altamente solo, duramente solo, desvalidamente solo, tristemente solo y culpablemente solo…y todo porque 3 días antes se había ido de su casa para vivir solo y su madre no le dijo que nadie le iba a soplar la herida para calmar la efervescencia del agua oxigená como ella.
Y entonces llegó su Lady estrellada y, sin más dilación, le acarició el pelo león y le curó el corazón y las heridas con el maravilloso y moderno betadine...

No sé si será una historia real que salió de mi imaginario pero sé que como ella no hay nadie para él y viceversa….