viernes, 11 de diciembre de 2009


-¡Hombre Alfonsi! Dime guapa, ¿qué te pongo?.
-Ay, hija, pos lo de siempre..a ver: manzanas, peras y plátanos…¡ah! Y ponme dos chichimboyas de esas de ahí…pero maduritas,eh!
-…
-¡Míralo!, ¿lo has visto, Alfonsi?
-¿A quién?...
-¡A ese que acaba de pasar!...todos los días hace lo mismo, el cochino…pasa, me coge un tomate de ahí fuera,lo huele, se agarra el pecho, me mira y se va…amos hombre! que caradura! Hay gente mu rara, Alfonsi…mu rara!!
-Ay, hija…y mu enamorá…mu enamorá...

El jueves era el único día que se despertaba antes que el despertador.
El canario esquizofrénico que la chica de al lado tenía en el lavadero piaba como un poseso yonki con el mono a las siete menos cuarto exigiendo, no caballo, sino dosis bestiales de comidademierdadepájarodelmercadonaconvitaminasyterneraconverduras…
La boca pastelosa, dormida y con polillas le daba los buenos días y él sólo podía pensar en tomates…en el rojo…en los labios de la chica guapa de la frutería, en sus ojos pintados de ojeras, en su pelo mal-teñido recogido con una pinza de leopardo rosa, en su escote dibujado por una cadena de oro, en su canalillo carnívoro con su medalla-mosca, en sus brazos tiernos y fuertes, en su barriga llena de curvas y ondulaciones que parecían pedir a gritos un coche que las surcase, en sus caderas redondas y calientes cubiertas por ese pantalón de chándal de “ciertopelo” que las hacía más agradable aún…en sus piernas profundas y dulces…en sus muslos esponjosos y como flanes...sólo podía pensar en ella…
Y su corazón se excitaba y se revolucionaba como lo hacen las hormigas cuando les acercas un mechero con curiosidad infantil perversa…y se revolcaba en su cavidad como lo hacían los rabos separados injustamente de sus amadas lagartijas…y si se miraba el pecho podía ver cómo su piel áspera, blanquecina y peluda se levantaba…y mirar ese palpitar era lo único que le hacía sonreír desde hacía un año…
Miraba su cuarto marrón de hostal viejo…su mesilla y el cenicero donde las colillas hacían juegos de malabares con la ceniza para mantener el equilibrio dentro del cristal, su silla de “eskai”con el centro roto por donde el relleno beige salía a borbotones, la cortina de flores marchitas y apagadas por los soles, vientos, historias, besos, peleas, soledades, vidas rutinarias de vendedores del Círculo de Lectores y de Avón, que había ocultado, miraba las sábanas casi-transparentes que cubrían su cuerpo con ese olor a jabón verde y a ser humano…
Entonces pensó en los tomates y en ella…y el sabor frio de la amargura de saber que jamás le podría comprar toneladas de tomates y así entrar en la tienda y hablarle le sirvió de ducha…

http://www.youtube.com/watch?v=cMs3PCDM8Eg

viernes, 20 de noviembre de 2009


No me gusta el fútbol…y parece que a esa pelota tampoco…

Decidió suicidarse antes de pasar toda una vida de fútbol, futboleros, telediarios que giran en torno a una pelota y a los jugadores, personas que quedan en bares a las 6 de la tarde con un calor que quema hasta los movimientos aletargados del cuerpo curtío para ver un partido, con un calor que hace que sudes por partes de tu cuerpo por las que no sabías que sudaban…

La pelota, ante tan nefasta vida que le deparaba el futuro eterno de tardes de pueblo, decidió poner fin a su petrolera vida tirándose por el balcón de la habitación de arriba…

Pero como la vida no es fácil…resultó ser demasiado oronda como para traspasar los barrotes…y ahí se quedó, encajada viendo como pasaban los coches con alcohólicosapestososdesudoryolorafritangaconbanderasdelchino medio arrojados por las ventanillas envidiando que ellos si podían tirarse fácilmente mientras ella permanecía amorcillada por esos barrotes con olor a herrumbre…

Y así lloré yo al verla…


no me gusta el futbol, me gustan los pinchos de los bares cuando ponen futbol...

sábado, 31 de octubre de 2009

a veces...


A veces me siento como si estuviera en una balsa rota y carcomida, putrefacta y sin clavos en medio de la mar, como si la balsa estuviera a punto de desintegrarse por mi culpa, porque no la unté con betún en su tiempo, porque dediqué demasiado tiempo en atornillar las tuercas del motor en vez de pensar que iba a velas y ni las hilvané, porque me obcequé en que a la barca la controlaba yo y no me di cuenta de que en el mundo existen toda clase de mareas y corrientes submarinas que te controlan a ti, que te hacen caer por la borda y bucear en los ventrículos marinos…
A veces la prenda siente que hicieron un reparto de papeles de una gran obra y a ella no le tocó ni ser la acomodadora…aun sabiéndose de memoria los papeles protagonistas y sabiendo en qué punto va una respiración, en qué coma va una pausa con mirada y en qué salto va un giro del cuerpo…
A veces la menda siente que toda su vida será la que ella se invente mientras desayuna, mientras hace la cama, friega la loza o enciende un cigarro, mientras se depila o se echa un cazo de sopa…que será sólo lo que ella imagine porque, por ahora, no sucede nada, porque por ahora, no se va esta calma quieta, porque por ahora, no se va el triste cansancio impaciente que llega sin avisar al telefonillo, porque por ahora, no deja de estar triste por algo que ha perdido sin saber si lo ha tenido...
A veces todo se incendia y no podemos remediarlo aunque la rabia se instale como un señor de 80 años sin familia y con un canario enjaulado en las uniones de las costillas para hacer su vida pasiva y darnos compañía…

difraica…sí

martes, 27 de octubre de 2009

los dos...


“Pos sí…”

“En fin…”

Los dos estaban sentados en los bancos que bordeaban toda la carretera que abrazaba las afueras del pueblo, una carretera que parecía intentar con unos brazos apresar a la gente para que no escaparan de allí…para que no tuviera que vivir con la soledad de las campanas de las Iglesias y los vencejos beatos.

Los dos estaban sentados con las camisas azul claro de abuelos acampanadas, abotonadas hasta el tercer botón, con el bolsillo del corazón que escupía el paquete de Celta´s de hace un mes y las recetas que tenían que llevar para noséqué que les pasaba…

Los dos llevaban zapatillas con rejilla en el empeine, los dos llevaban gorras verdes desteñidas de abonos químicos y de Cooperativas del pueblo….de sus yernos eran las dos…zapatillas que albergaban pies cansados, deformes y morenos, pies que contaban la vida de todas los abuelos de una generación, de una generación de campo, tristeza, hambre, dolor, besos y ostias, curas y madres en casa…

Los dos miraban la carretera sin ver, miraban los coches intentando averiguar quiénes los conducían, qué vidas iban dentro, qué problemas llevaban agarrados de los bichánganos esos que están encima de las ventanas en los coches…mirando a la gente con una curiosidad insolente que sólo tienen los niños y los mayores…con una mirada como si tuvieran un verdad que contar pero pasaran de hacerlo porque están demasiado cansados de existir sin ser visto, de esforzarse por ser útiles aún sabiendo que nunca entenderán lamierdacoñodelinternetese…porque están cansados de intentar ser modernos cuándo ni siquiera saben qué es eso…


Los dos habían estado allí sentados toda una vida…y no lo sabían pero no podían vivir el uno sin el otro…se necesitaban, se querían, se odiaban y se sacaban de quicio, se malhablaban y ni se miraban, ni se sonreían ni se alababan…pero se cuidaban, se apoyaban con un mundial lenguaje de sordomudos como todo lo que dice el escuchar la simple respiración del otro al lao…


Se necesitaban porque no sabían freir huevos si el otro no los cascaba antes en el plato color caramelo descascarillao…se necesitaban para completar las frases que se atascaban en las gargantas cargadas de voces, risas, llantos, silencios y besos con las que cargaban y que a veces daban problemas…se necesitaban porque se complementaban…se necesitaban porque irremediablemente no sabían ni querían vivir el uno sin el otro…

“chacho, ¿y el pan hoy?”,

“¿pos no "tacuerdas" que lo cogí ayer que era sábado?”,

“¿cogiste dos panes ayer?”,

“que sí, pesao”,

“pos venga, que “sace” tarde…”,

“el mechero…que se te olvida”,

“ala…ámonos”.

jueves, 15 de octubre de 2009

La Mantequería


Él siempre había atendido a sus clientes con diligencia y complacencia. Él siempre había sido dócil con todo el que cruzaba la puerta, con todo el que pasaba por la calle, con todo el que vivía en su barrio y en la ciudad. Su vida había sido siempre obedecer y obedecer sin rechistar, sin mostrar ni pensar la más mínima muestra de rebeldía o disconformidad con las órdenes que todo dios le daba. Su vida era un manual del eterno sumiso.

Pero él no había sido siempre así.

Siempre se mostraba déspota con su hermano pequeño, sentía el poder de ser mayor, violento, fuerte, con recursos para contestar todo lo que le dijese, con la fuerza para hacerle llorar, con la perversa felicidad de ver cómo podía hacerle daño con una sola palabra…Y eso le hacía sentirse superior y, extrañamente excitado cada vez que a su hermano las cosas le iban mal…

Saber que él no era el único que se sentía amargado.

Todo continuó de forma despótica hasta que su hermano se rebeló, lo mando a la mierda (él que siempre lo había mandado a él y pensaba que la mierda era la casa esa de la gitana que se caía a cachos en las afueras) y lo dejó sólo con el ultramarinos familiar…un comercio que olía a queso duro, a bacalao seco, a almendras y a lomo de olla…un comercio que tenía una luz blanquecina y enferma como el color de sus ojos detrás de gafas enormes de patas de concha, que estaba impregnado con una nube de polvo y soledad que todo lo tiznaba...desde la mortadela hasta la colonia de Royal Ambré escondida detrás del mostrador…un melancolía que inundaba todos los rincones del comercio esperando que llegara un tiempo mejor que nunca había sido vivido…

Él siempre había atendido a sus clientes con diligencia y complacencia…hasta que entendió a su hermano y mandó al chuloputas último que entró pidiendo a grito pelao yemitas de Ávila a la mierda…

Y dejó de sentirse tan frustrado....


jueves, 17 de septiembre de 2009

El de la Mari Carmen.


No hablaron en todo el día, no necesitaban hablar…aunque en realidad lo que les pasaba es que les molestaba hablarse porque se veían en el otro…no necesitaban hablarse para saber que no se caían muy allá…no necesitaban decirse a la cara lo que sabían que pensaban el uno del otro por miedo a herirse cada uno con palabras que los describían a los dos igual.

Él ya era mayor y había conocido a demasiados tontolavas como para no percatarse que ésta iba a ser otro, otro al que se le había ido de la mano lo que sentía por su Mari Carmen y que to´ciego del calentón que le había dao, le había metido la zarpa por debajo de la falda y se había quedao ofuscao perdío por lo que había sentido.

Él sabía que era un hombre normal, ni tonto ni listo, con callos en las manos de coger el algodón, con olor a sudor, tabaco y colonia de droguería, con bigote negro y mal recortao con tijeras que no cerraban, con camisa blanca con los puños roídos y pantalón de pana desgastao por las rodillas de agacharse a recoger el paquete que casi siempre se le caía (se ponía nervioso cada vez que veía un cura...a su padre lo delató un puto cura facha y le dolía la garganta cada vez que veía uno pues las lágrimas comenzaban a subir por el estómago de la rabia hasta llegar a la boca para llenarse de insultos y salir por los ojos clavándose en los del cura…); era un hombre normal, ni bajo ni alto, ni gordo ni flaco, trabajador, callao y rumiante, no le gustaba la política esa que hacían ahora, se reía en silencio, jugaba a los dados en el bar del Molino, jugaba como si odiara a la mesa, como si fuera el cura quién estaba en el tapete, llamaba con una voz a Paco pa que le sirviera un chato de vino y se acercaba con dos pasos a la barra de chapa con olor a bayeta, a vino, cerveza y aceitunas, palillo en boca hasta que sus brazos se dejaban caer cruzados en el filo y sujetando el palillo oteaba el periódico grasiento que alguien había dejado en la esquina por enfado con las páginas deportivas, se subía los pantalones y miraba el vaso aburrido, esperando a que las respuestas a mil preocupaciones y alegrías salieran del líquido rojizo y todo fuera como antes…pero como antes de un momento que no era capaz de precisar por lo que miraba su vaso descubriendo por los surcos de su bigote en el borde del mismo sus recuerdos.

Él sabía que su Mari Carmen no sería feliz con ese hombre…estaría bien porque tendría comida, niños, alguien con quien morir y que la protegiese…pero estos dos no se querían; se excitaban, follaban y echaban gemidos como los carneros chiquininos…pero no se querían…y así no llegarían a ser felices…serían desgraciados y se harían la vida imposible el uno al otro, se echarían en cara cosas que ni eran verdad y las buscarían en los recuerdos inventados donde sólo hay lágrimas, deseos nunca cumplidos, amargamientos y frustraciones…y se odiarían…y se lo enseñarían a sus hijos…y todo se repetiría…

Él lo sabía bien porque el odió a su Petra…y lo peor es que él sabía que la odiaba no porque también ella lo odiara sino por todo lo contrario…porque ella lo quería y nunca discutían, porque ella hacía todo lo que él quería, porque sus amigos le gritaban que con Petra sí que vivía como un marqués, que ella era lo que todos querían…y él la odiaba por ser así porque en realidad se odiaba a sí mismo.

Tenía miedo a dejarse amar y no se dejó querer…no se dejó…y ahora no tenía ni pajolera idea de cómo se hacía para querer…ahora se arrepentía…porque fue antesdeayer cuando se dio cuenta que su hija iba a vivir lo mismo…

"Carmelo...que...le he pedido a Mari Carmen que nos casemos…”

“mecagoenlamá…dame un cigarro,anda…”

sábado, 18 de julio de 2009

Te besaría hasta en la feria...



A veces me creo que vienes por detrás en silencio y me siento como una triste Amelié tiznada de harina, sin saber si al darme la vuelta el rubor de los calefactores de mis mejillas me empañarán tanto las lentillas que no podré vislumbrar tu cara…
A veces te imagino sentado frente a mí, acercándote poco a poco con mirada palpitante, y yo mirándote sin saber mis ojos donde enfocar…si a tus ojos, tu boca o tu aliento suave…
Y así te vas acercando más y más y mi pecho se transforma en un metrónomo obsesionado en convertirse en un director de orquesta con una obra de Allegro…en salirse del pecho traspasando miles de sentimientos…
Y te acercas más y mi boca se humedece con lascivas lenguas que toda la cavidad llenan de ansias…
y cada vez más cerca hasta que casi huelo tu colonia…
y mis manos sudan lo que no suda mi cuerpo,
y mis dedos se vuelven mariposas que no vuelan nunca recto,
y mis bajos se emocionan y te requieren…
y cada vez más cerca hasta que llegas a dos centímetros de mi nariz y entonces…
yo me acerco más, mi inclino atrapando entre mis pechos los deseos que brotan del tuyo y te beso….

lunes, 13 de julio de 2009

el biciclista...y su lady...


Y se metió el tortazo de su vida…

Salió disparado de la bicicleta sin saber muy bien porqué y jocicó contra el suelo baldosinado y caliente de la acera que llevaba a su casa.
El dolor le hacía sentir un frío metálico en la cara y en la boca, un sabor extrañamente dulce y suave y como a monedas de la sangre y un dolor punzante de las gravilla en sus mofletes ya no tan floridos; un dolor que se le metió hasta por entre las muelas…
El dolor que sentía no sabía muy bien de dónde salía ni hacia dónde iba pero le hizo sentir que medía menos de un metro, que todo su cuerpo recio y largo se había compactado en un pequeño liliputiense esperando que un Gulliver viniera a rasgar sus cuerdas de pita…el dolor salía desde abajo y le recorría todo el muslo invadiéndolo una especie de vaguería y pasotismo por levantarse y ver que verdaderamente se había caído…por ver que había más de unos ojos mirando para observar la reacción idónea que los mirones aprenderían a no imitar…
Y de pronto se sintió muy muy solo…se sintió altamente solo, duramente solo, desvalidamente solo, tristemente solo y culpablemente solo…y todo porque 3 días antes se había ido de su casa para vivir solo y su madre no le dijo que nadie le iba a soplar la herida para calmar la efervescencia del agua oxigená como ella.
Y entonces llegó su Lady estrellada y, sin más dilación, le acarició el pelo león y le curó el corazón y las heridas con el maravilloso y moderno betadine...

No sé si será una historia real que salió de mi imaginario pero sé que como ella no hay nadie para él y viceversa….

sábado, 9 de mayo de 2009

los que van a morir


Estaba enamorada del amor y por eso se convirtió en puta…para sentirse deseada por alguien a cada hora y a cada noche, para sentir que alguien la abrazaba mientras follaban como animales mecánicos y rutinarios, para sentir cómo alguien caía sobre su cuerpo sudoroso y mostao tras haber echo un ejercicio parecido a correr mil kilómetros, respirando como un metrónomo hiperactivo, para sentir que era la única a la que susurraban palabras bonitas y guarras en su pequeña oreja, para sentir que pertenecía a un cuerpo y a una boca por unos momentos, para sentir que alguien la convertía en su protagonista con la que representaría papeles de vida de cinemascope…
Necesitaba ser la única a la que imitaban amar, necesitaba ser la única por la que se desesperasen por no poder agarrar sus carnes prietas y por eso, se convirtió en la puta que sólo se acostaba con mozos que fueran a morir en breve…
Ella sabía eso, era un don extraño como el de hacer pajaritas de papel o saber cuánta sal exactamente tienes que echarles a las comidas…ella sabía cuando alguien iba a cometer un acto irremediable porque lo veía en sus ojos bailones, en sus manos pequeñas, en su olor frió y a tierra
mojada…lo sabía y se aprovechaba de ello.
No quería encontrar al amor de su vida porque para ella no existía, no era lo suficiente guapa, atractiva, lista y simpática, ni la más normal, ni la menos variable, ni a la que los estragos de sus bajos cíclicos la hacían contenerse, ni la más de nada como para enamorar a nadie y mantenerlo…ella lo sabía…que todos se cansaban…
Por eso, sin melodramas ni lloros peliculeros, lo aceptó y se decantó por ser la puta de los que iban a morir…
Y así pasó toda su vida…hasta que fue ella la que iba a morir y ocurrió lo predecible...
Que nadie la quiso como ella había querido…que nadie le ofreció su corazón como ella lo había ofrecido a cada uno de esos cuerpos gordos y flacos, curtidos o blandos, maduros o pueriles que había abrazado mientras hacían lo que era su amor…

Música:
http://www.youtube.com/watch?v=YtEYQNVR8fE

jueves, 30 de abril de 2009

que ni se te ocurra...


Ni se te ocurra romperme el corazón…
Ni se te ocurra burlarte de mí…
Ni se te ocurra convertirme en una más…
Ni se te ocurra transformarme en una tía de esas de los videoclips de raperos que parece que se pasan su vida bailando en las discotecas llenas como de sudor pringoso para que venga el macho alfa a echarles el lazo y retozar con ellas…como quien limpia los platos…
Ni se te ocurra engañarme con mil y con ninguna a la vez...
Ni se te ocurra tomarme por tontita que para eso no tengo yo el cuerpo...

Ni se te ocurra romperme el corazón porque entonces sólo serás uno más en mi lista…de los que les he partido las piernas...
Y yo ya tengo una edad en la que no estoy para juegos...ni tu para protagonizarlos...

Música: Ellos dos…

martes, 28 de abril de 2009

por más...


El olor del río abrazado por la orilla arbolada y del pescado recién cortado se sumaba al de las patatas cocidas, el vinagre salado y las brasas asardinas que llenaban el bar…
No podía dejar de apartar la mirada de aquella ventana sacada de una cabaña del lejano wester que enmarcaba el instante como si de una fotografía de póster se tratara; no podía dejar de sentir un cosquilleo en la espalda que lo sumía en una especie de bienestar alerta a lo extraño que podría pasar en cualquier momento porque sabía que él no pertenecía a esa escena, que estaba allí de prestado, que por más que quisiera encontrar la luz, las voces ambientales y la hora del día familiares no lo lograba…
En realidad, sentía que nunca había encontrado nada que le fuera familiar si no era su casa…su recogida casa de su calle allende los mares…
Por más que se esforzara en hacer cotidiano lo vivido, no lo conseguía.
Por más que se rompiera los ojos por registrar cada una de las escenas que se le pasaban por sus ojos bien abiertos, no conseguía reconocer ninguna calle, casa, acera, bar, ultramarinos como suyo; por más que corriera con las narices abiertas de par en par para buscar un olor y hacerlo coincidir con los que más tarde husmearía en otros parajes recónditos, no lo conseguía…
Por más que guardara en cajas de latón soles y tormentas sufridas, no las ponía en consonancia con las que él llevaba allí guardadas y que de tanto abrir para volverlas a sentir se habían consumido.
Por más que viera fotos y videos de su vida pasada y las hiciera coincidir con las nuevas que había tomado, no conseguía sentir el “deja vu” que nos dejan las escenas ya conocidas e interiorizadas de tanto recordarlas…
Por más que se esforzara, no conseguía encontrar eso que llaman “tu habita”…
Pero sólo tiene que dejarse llevar y quitarse ese temblor frío que se le encajaba entre el diafragma y la columna abrazado a los pulmones y buscar y buscar el detergente que su madre usaba en casa y lavar todas las sábanas que tuviera para sentirse de nuevo él…
foto del viajero en Chile...

A veces te das cuenta de repente que no eres el único pez en el mar de nadie y sientes deseos de tirarte por la azotea mientras esperas que tus lágrimas lleguen antes que tu cabeza para parar el ostión tan tremendo que quieres y no quieres darte…
A veces te das cuenta de que, llevando puesto el trikini de los miedos y vergüenzas y deseos no cumplidos, cuando vas a abandonar el barco de siempre por otro que ni conoces, sientes el dolor metálico de una futura caída de la popa…y no sabes si saltar a una cubierta resbaladiza y de sobra hiriente o quedarte en el puerto melancólico que conoces.
A veces te das cuenta de que no eres el pez elegido en el mar de alguien y que estás deseando picar un anzuelo…

Y entonces decides tu misma echarte la caña y morder tu propio anzuelo de los sueños porque sabes que cuando quieras eres tu la que te sueltas…

martes, 17 de marzo de 2009


El calor lo inundaba todo y el sudor era una especie de vapor dulzón que todo lo impregnaba.
Tumbada sobre la cama arrugada y maltratada por su cuerpo orondo sólo pensaba en el calor que hacía, en cómo el sol, que había estado dando tol día en la pared roída por las ratas del tiempo meteorológico, se había escondido hace rato huyendo de su propia luz dejando paso a quien todos decían que era su mujer, la gorda luna… aunque había dejado el olor a verde caliente y a suelo cocido…
Tumbada sobre la cama pensaba que ni las duchas frías de la tinaja coja le aliviarían y ni las duchas de recuerdos tristes que le invadían algunas veces cuando escuchaba las joias rancheras de la vecina de abajo le quitarían ese mareo agobiante del verano…
Tumbada sobre la cama sabía que los minutos se eternizaban cuando la vida de una se vacía de pronto, como cuando se vacía el cubo de la fregona con agua sucia, sucia de limpiar un piso que a priori no parecía tan guarro y que sorprendentemente queda con el mismo color que tenía antes, no pudiendo explicar cómo se tiznó el agua…sabía que los minutos se alargaban cuando una se siente más sola que la una, sin un dos o un doce a su lado, tan sola que las ganas de gritar, frenadas por las dosis de educación parental que todos tenemos, hacen que se agolpen en la tráquea produciendo una sensación de frío intenso en la garganta y un dolor con sabor metálico en la boca.
Tumbada sobre la cama con un calor desesperante echó de menos y, aún sabiendo que nunca volvería del nicho, se sintió la protagonista de una serie de melodrama adquiriendo poses de lloro y giros negativos de cabeza, sintiéndose la más triste del mundo…
Tumbada sobre la cama comprendió lo que hasta ese momento no sabía…

Y una lágrima, como un puñetero nadador, saltó desde la pestaña derecha…

Me encontré el texto en un cd que casi podía haber sido un disket de esos…lo que recupera una haciendo limpieza…


Música: Lila Downs…de cuando yo la escuchaba…madre del alma querida, para ti…
http://www.youtube.com/watch?v=7-98Y4IvEFc

viernes, 27 de febrero de 2009


Caminaba como podía, con una especie de levitación no-espiritual, como si su cuerpo fuese una cántara de 5 litros de agua que se movía ondulante en la que miles de peces en su interior danzaban con el ritmo lírico de los barítonos cetáceos…Caminaba subiendo la cuesta que precedía a su Santa casa intentando no derramar el líquido caliente que se contoneaba en sus lorzanas caderas.
Caminaba cansada y sofocante, asfixiada y con un velo de calor en la boca por el penetrante olor incensario que por osmosis se quedó en su pelo a la salida de la Iglesia…
No recordaba cuántos besos dio, cuantos consuelos cayeron en sus oídos pequeños, cuantas mujeres y personas, que no tenía ni pajolera idea de quiénes eran, la habían dicho palabras de consuelo recién salidas de hornos calientes y con olor a rancios ósculos no-robados bajo aquella cúpula mareante…”lo siento, hija”…”Pa lo que necesites, ahí nos tienes”…”no somos nadie”…”Ahora a ser fuertes que Dios así lo quiere”…
Caminaba cansada de tener las manos secas y picantes por el pañuelo con olor a miel casi deshecho que doblaba sin saber porqué, de tener los ojos llenos de imágenes que no le gustaban, de sonrisas y lágrimas ya perdidas, cansada de tener una especie de resaca inamovible y latente que ni con espidifenes se iba, oye…
Caminaba hecha polvo cuando al doblar la esquina, algo se transformó y el olor a noche de verano reciente, a calor refrescante, a despreocupaciones, a sentirse pequeña (que ya lo era), el olor a recuerdos, a saberse protegida por el pecho materno que no aguardaba en casa bajo la enagua que aplasta el brasero, a vencejos insomnes por los soles faroriles que impregnaban su calle formando candilás entre los naranjos, a pan recién hecho de la panadería de su calle adalmatada que siempre le hacía salivar y saborear extraños bocadillos de choped lo inundó todo y caminaba como tele-transportándose a un sitio más calmado y sonrió…así…de forma espontánea…casi con vergüenza por ser vista por alguien…por quedar como una frívola…porque le salió del alma…
Pero al entrar la llave en su casa, el frió de saberse perdida y solitaria le hizo borrarla de golpe y volvió a caminar cansada…


Foto: los Molinos…

Música: la de la calle…


mis fuerzas van volando hacia el jomio del alma....

viernes, 20 de febrero de 2009

La inspiración


Mi inspiración se fue con la llegada de la tristeza…llegó ella y la pobre María Inspiración, viendo que el catre supletorio que le tenía puesto en la habitación de mis padres no le gustaba, decidido irse a un hostal de calefacción alta y olor a cocido perenne.

Decidí, en un arrebato de cobardía suprema, irme a la terraza a fumarme un pitillo con sabor a vainilla.

Mis dientes, llenos de frío, pedían en código Morse que vinieran ya las golondrinas con la mierdadealérgicaprimavera. Mis dedos terminados en cerezas rojas desconchadas sostenían el cigarro mal liado que se consumía con paciencia infinita…

Salí al frío metálico y de gasolina de la ciudad para que María Inspiración no viera como sonreía por dentro, ya que podía ver el interior de las venas de los cuerpos humanos; para que no viera como yo sonreía al saber que ya nunca más volvería a esnifar el olor avinagrado de sus zapatillas de estar por casa ni ver sus manchones de nariz grasienta en las ventanas buscando historias que darme; me recliné en la barandilla hasta que la sangre aplastada por el cerebro se agolpó en mi cara y el mareo me hizo retroceder, en mis ojos aparecieron miles de pintitas blancas que bailando la música bakala que salía de mis oídos hicieron que mis pies, creyéndose Michael Jackson en su época dorada, reptaran por los baldosines hacía la puerta…hasta que la mano del Sr. Paranoia, que había venido a despedirse de María Inspiración, me tocó el lomo (no curtío, gracias a Dios) y me dijo suavemente que él se quedaba para protegerme, para cambiarme la bombona cuando ésta se acabara, en un giro de mala leche, mientras una se duchaba y que la de miedo en escabeche que me iba a cocinar, miedo de todos los tipos, miedo de todos los gustos…y yo, apagando el cigarro en el alfeizar de la ventana le dije:

“no me gusta el escabeche…y además, tengo gas central de ese.”

Y entré en el salón en busca del teléfono y de la operadora a llamar al pichón de mis amores y decirle que no me gustaba el escabeche…

En ese momento pasó un avión con el pelo suelto… y todo se hizo azul...

incluso mi corazón.

Lisboa


El aíre del salón estaba lleno de humo de sol. Los fotones bailaban como patinadores sobre hielo agarrados de las motas de polvo que salían de los armarios y tapetes que abrazaban los sillones de skai. Sentada mirando la ventana, sentía que sus ojos hacían fuerza en los cristales opacos de refregones de otros tiempos para que los rayos de sol no entraran…rayos que se daban de bruces con el calor que fuera quemaba todo…
Sentada en su trona de marquesa observaba cómo pasaba el tiempo y los pájaros, cómo el tictac adormecedor del reloj del Banco lo inundaba todo al compás de una soleá con su respiración, cómo sus manos descansaban sobre el dobladillo de la falda nueva que cosía, cómo las fotos de sus sobrinos hacían peso en la cómoda queriéndola caer hacía delante con maldad infantil, cómo la tele, con un gorro de polvo pegajoso, permanecía encendida vomitando vidas ajenas.
Observó cómo se sentía de cansada de luchar toda la vida, cómo decidió no soportar a la gente y cómo echaba de menos la tranquilidad del camino planificado y “como siempre había sido”, observó cómo podía haberse casado, tener un esposo que le hubiera echado un polvo mecánico y jadeante, cómo habría parido hijos que hubiera querido y que le hubieran dado igual a la vez, cómo habría ido al mercado con paso cansado arrastrando un carro de la compra jarto de to igual que ella, cómo había recortado hasta el Mismísimo por cuadrar las cuentas de “la economía del hogar”, cómo se habría comprado un traje cuadrado para la boda de alguna de sus hijas, cómo habría hecho comida para toda su familia y cómo habría visto cómo la engullían sin preguntarse si habría llorado mientras la hacía…
Observó como había rechazado a un par de pichones que la habían cortejado y cómo su padre le dijo en el último momento que porqué coño nunca se casó… observó, con una sonrisa, la cara arrugá y dormida de Concepción dormida en el sofá con la media izquierda caída y su pierna blanca y con venas azules a estallar reluciendo en toda la habitación…y por fin pudo contestarla a su padre, sabiendo que era una fantasía de fé que lo escuchase:
“Ay, padre, yo no me caso con un hombre porque a mí eso que tienen ahí no me gusta…a mí me gusta Concepción…”
Y observó cómo los fotones seguían golpeando las ventanas por entrar en su casa…y como las motas de polvo se convertían en seres unicelulares que nadan a 2.000 metros de profundidad en los océanos…
Detrás de cada ventana hay mil historias…
aún espero, en un arrebato de vanidad, que alguien mira la mía...