jueves, 9 de diciembre de 2010

La mañana...

Las vacas ya estaban desayunando y los pollos acababan de rascar la tierra en busca de esos tesoros escondidos a lo gollum que no encontraban por más que buscaban...
El olor de la mañana, penetrante y cotidiano, le hacía sentirse bien, tranquilo, quieto...una sensación casi orgásmica le recorrió los brazos y el lomo curtío, ella no tardaría en salir de la casa. Esa espera le gustaba, le hacía quererla mucho más porque le hacía esperarla...la felicidad, creía él, se encuentra en el momento de anhelo, en el instante anterior a ir a por algo querido, a conseguir algo ansiado.
Oteaba el horizonte, miraba los campos verdes como bodegones donde luchaban el progreso de la ciudad con la ruina pueblerina de su parcela, observaba el verde más intenso en esa mañana nublada y plomiza, miraba los postes altos, frágiles y viejos en tensión mientras los gorriones y demás pájaros se posaban en sus brazos cableados como los viejinos se apoyan en los bancos de las afueras del pueblo...viendo pasar el tiempo, las nubes y los coches de la autovía.
Ella salió callada, él la esperaba sentado en un poyete del patio...se acercó a él y la altura de sus ojos quedó en su vientre cálido, orondo, embutido en un jersey caliente y con olor a café, tostadas y cama...la rodeó con un abrazo de cintura y se querdó mudo, quieto, tranquilo...contemplando la mañana antes de que comenzara el vértigo de unas tierras demasiado labradas, casi secas de tantos hijos trigueros dados...contamplando cómo desayunaban las vacas...cómo todo se despertaba...cómo se despertaban ellos de días de tormenta y de no quererse como Dios manda...

http://www.youtube.com/watch?v=h1GtzldMDIU&feature=channel

viernes, 25 de junio de 2010


Él estaba deseando ser el chico con final feliz de las películas que se le atragantaban en los ojos…tenía miedo de saber que todo eso salía de la mente de guionistas foráneos que no sabían contar su historia…que no sabían ver la realidad de mirar el móvil con obsesión, de pensar ninfómanamente en el otro, de saber que las palabras de caricias pueden ir para otro o para ti…con la misma intensidad, de vivir encuentros bestiales y al poco tiempo sentirse como alguien de 80 años cansado de vivir…tenía miedo de ver que esa realidad que pululaba por los lares de Dios se quedaba sin recuerdos de cinemascope.

Él sabía que la felicidad era un estado alterable y propio, algo que uno se inventa en momentos de anuncios o en momentos de somnolencia…la felicidad era un estado no perenne donde las hojas de sus ramificaciones caían sin previo aviso llenando el parqué de hojarasca seca…aunque también sabía que siempre, siempre, debajo de esa hojarasca amarronada aparecían brotes verdes en busca de la fotosíntesis del sol…un sol que uno prendía con arranques de valentía y de saber ignorar al pepito grillo bipolar que todos tenemos dentro como si fuéramos David el gnomo en su claustrofóbica casa de árbol sin Lisa…

Él sabía que la felicidad eran momentos con los que se medía el tiempo que pasaba, eran horas en las que se hacía realidad ensoñaciones que siempre habían estado dormitando en nuestra mente.

La felicidad era un estado que siempre estaba latente en los cuerpos recios de tododios, siempre esperando salir a flote como un tapón de corcho en un mar salado.

Y sabía, aunque a veces se le olvidaba, que uno no puede vivir sin esos momentos de felicidad, que era algo inconcebible e injusto que alguien no pudiera albergar en su cómoda de recuerdos uno sólo feliz al lado de los sujetadores o de los calzoncillos…era inesperado que alguien no tuviera un momento feliz como lo es la luna que no sale sin el sol o los vencejos sin enmarañar el atrio, o el gazpacho sin el verano y las naranjas sin el invierno.

Por eso intentó escribir su propio guión, sus propios actos, sus propias escenas y casting de actores de allende los mares y de allende el pantano de su pueblo; por eso, intentó grabar la vida misma o pispa y comenzar a mostrar la historia que nunca cuentan en las proyecciones de cines de verano…las historias que sólo se oyen en las panaderías y comercios varios de su calle o en los espectadores que moran en las sillas de plástico electrizantes, batas florales y abanicos acompasados de su acera…

Y se convirtió en el apuntador de su propia vida…y por un instante, fue feliz de ver que la realidad se contaba…de ver que se mostraba una felicidad real.

lunes, 8 de febrero de 2010

El viajero


Sacó su queso envuelto en papel de carnicería, ese papel que parece que entró en depresión posparto y nunca más ha recuperado la lozanía de su piel grisácea, y con su navaja de la comunión cortó la corteza vieja que lo delimitaba como un perfilador de labios y lo acompañó con un movimiento bracil que se asemejaba al de los bandoleros comiendo manzanas…
El traqueteo del tren lo hacía incorporarse hacia delante como si un masajista le estuviera dando un masaje improvisado en sus hombros protegidos con la caraza de unas hombreras anoréxicas, como si su estómago se hubiera enamorado de su columna y tirara para dentro en busca de un beso medular...seguía comiendo queso al que acompañaba con pequeños pellizcos de una magdalena de horno eléctrico que se despojaba de migajas que caían sobre la cara de un futbolista de cuché…
Una vez hubo terminado su banquete ferroviario, dobló cuidadosamente el periódico de hule y lo guardó como oro en paño en su bolso de viaje de cuadros marrón, se limpió la boca sin labios por el paso del tiempo y por tantas conversaciones de allí salidas y, de su mano seca y de uñas duras y casi de madera, sonó una melodía de raspador que se fundió con la voz femenina que anunciaba que la estación acaba de asomarse por el horizonte.
Yo me bajé en una estación llena de lluvia y lo dejé bebiéndose un zumo de manzana que morreaba como a su querida ya perdida…

lunes, 18 de enero de 2010

La de Paco....


Sentada allí se acordaba de cuando Paco la cogía para hacerle el amor de forma ruda, rápida y feroz…a ella, aquellos minutos le sabían a poco pero era lo más parecido a la felicidad, una felicidad que le dolía, le sabía metálica y extraña pero le gustaba, no conocía otra.

Recordaba cuando aquella vez Paco la cogió por detrás y la abrazó…fue cuando murió su padre y sintió que Paco se volvía pequeño y arrugado, como si las lágrimas, que no salían al exterior por falta de costumbre, le hubieran ahogado por dentro, y como las planta, le habían quemado convirtiéndose en un poto muerto de patio de casa abandonada; recordaba como le había aspirado el pelo sintiendo cada una de sus horquillas bailar en la mata recogida, como había juntado su cuerpo sintiendo su miembro caliente y duro, recordaba como ella se había quedado parada y con el cuerpo rígido como cuando uno se despereza y como las resistencias de sus mejillas se le habían puesto al 3 empañándole los ojos.

Se acordaba de cómo todo cambió cuando Paco se jubiló de aquel trabajo de mecánico que tanta grasa, poco dinero, negrura y olor a gasolina le había traído a casa, recordó cómo Paco nunca dijo nada de la mierdadinerodelapensión que le quedó, cómo hacían juegos malabares con lo poco que tenían, cómo apañaba ella jerséis y dibujaba, con la aguja, sobre los calzoncillos semitransparentes y él leía periódicos robados de los bares, cómo bebían café para matar el ruido de percutor de la barriga, recordó también cómo Paco nunca le habló de los hijos que no tuvieron y de los que sí nacieron pero quedaron en el espacio de la imaginación de cada uno, en los espacios de la ensoñación en los que entras cuando vas en coche viajando por paisajes rutinarios, cuando estás sentada en la taza del baño, cuando esperas a que hierva el agua pa´ los huevos y las lentejas se espesen, cuando esperas a que llegue la hora de la cena, cuando esperas a que venga el sueño en el catre rechinante y con una brecha central que todo lo absorbe, en los que ella entraba cuando esperaba a que Paco terminara de tocar el Pasodoble en la orquesta del barrio del Molino…

Recordó que no se había traído las bolsas en el carro para ir al contenedor del Carrefour a hacer la compra…¿habría pollo hoy?...¿y los tomates tendrían mucho pocho?...

“Venga, niña…”

“Amos, Paco…¿has cogido el pañuelo de la trompeta? mira que siempre te lo dejas…ayyy,que hombre!”