sábado, 31 de octubre de 2009

a veces...


A veces me siento como si estuviera en una balsa rota y carcomida, putrefacta y sin clavos en medio de la mar, como si la balsa estuviera a punto de desintegrarse por mi culpa, porque no la unté con betún en su tiempo, porque dediqué demasiado tiempo en atornillar las tuercas del motor en vez de pensar que iba a velas y ni las hilvané, porque me obcequé en que a la barca la controlaba yo y no me di cuenta de que en el mundo existen toda clase de mareas y corrientes submarinas que te controlan a ti, que te hacen caer por la borda y bucear en los ventrículos marinos…
A veces la prenda siente que hicieron un reparto de papeles de una gran obra y a ella no le tocó ni ser la acomodadora…aun sabiéndose de memoria los papeles protagonistas y sabiendo en qué punto va una respiración, en qué coma va una pausa con mirada y en qué salto va un giro del cuerpo…
A veces la menda siente que toda su vida será la que ella se invente mientras desayuna, mientras hace la cama, friega la loza o enciende un cigarro, mientras se depila o se echa un cazo de sopa…que será sólo lo que ella imagine porque, por ahora, no sucede nada, porque por ahora, no se va esta calma quieta, porque por ahora, no se va el triste cansancio impaciente que llega sin avisar al telefonillo, porque por ahora, no deja de estar triste por algo que ha perdido sin saber si lo ha tenido...
A veces todo se incendia y no podemos remediarlo aunque la rabia se instale como un señor de 80 años sin familia y con un canario enjaulado en las uniones de las costillas para hacer su vida pasiva y darnos compañía…

difraica…sí

martes, 27 de octubre de 2009

los dos...


“Pos sí…”

“En fin…”

Los dos estaban sentados en los bancos que bordeaban toda la carretera que abrazaba las afueras del pueblo, una carretera que parecía intentar con unos brazos apresar a la gente para que no escaparan de allí…para que no tuviera que vivir con la soledad de las campanas de las Iglesias y los vencejos beatos.

Los dos estaban sentados con las camisas azul claro de abuelos acampanadas, abotonadas hasta el tercer botón, con el bolsillo del corazón que escupía el paquete de Celta´s de hace un mes y las recetas que tenían que llevar para noséqué que les pasaba…

Los dos llevaban zapatillas con rejilla en el empeine, los dos llevaban gorras verdes desteñidas de abonos químicos y de Cooperativas del pueblo….de sus yernos eran las dos…zapatillas que albergaban pies cansados, deformes y morenos, pies que contaban la vida de todas los abuelos de una generación, de una generación de campo, tristeza, hambre, dolor, besos y ostias, curas y madres en casa…

Los dos miraban la carretera sin ver, miraban los coches intentando averiguar quiénes los conducían, qué vidas iban dentro, qué problemas llevaban agarrados de los bichánganos esos que están encima de las ventanas en los coches…mirando a la gente con una curiosidad insolente que sólo tienen los niños y los mayores…con una mirada como si tuvieran un verdad que contar pero pasaran de hacerlo porque están demasiado cansados de existir sin ser visto, de esforzarse por ser útiles aún sabiendo que nunca entenderán lamierdacoñodelinternetese…porque están cansados de intentar ser modernos cuándo ni siquiera saben qué es eso…


Los dos habían estado allí sentados toda una vida…y no lo sabían pero no podían vivir el uno sin el otro…se necesitaban, se querían, se odiaban y se sacaban de quicio, se malhablaban y ni se miraban, ni se sonreían ni se alababan…pero se cuidaban, se apoyaban con un mundial lenguaje de sordomudos como todo lo que dice el escuchar la simple respiración del otro al lao…


Se necesitaban porque no sabían freir huevos si el otro no los cascaba antes en el plato color caramelo descascarillao…se necesitaban para completar las frases que se atascaban en las gargantas cargadas de voces, risas, llantos, silencios y besos con las que cargaban y que a veces daban problemas…se necesitaban porque se complementaban…se necesitaban porque irremediablemente no sabían ni querían vivir el uno sin el otro…

“chacho, ¿y el pan hoy?”,

“¿pos no "tacuerdas" que lo cogí ayer que era sábado?”,

“¿cogiste dos panes ayer?”,

“que sí, pesao”,

“pos venga, que “sace” tarde…”,

“el mechero…que se te olvida”,

“ala…ámonos”.

jueves, 15 de octubre de 2009

La Mantequería


Él siempre había atendido a sus clientes con diligencia y complacencia. Él siempre había sido dócil con todo el que cruzaba la puerta, con todo el que pasaba por la calle, con todo el que vivía en su barrio y en la ciudad. Su vida había sido siempre obedecer y obedecer sin rechistar, sin mostrar ni pensar la más mínima muestra de rebeldía o disconformidad con las órdenes que todo dios le daba. Su vida era un manual del eterno sumiso.

Pero él no había sido siempre así.

Siempre se mostraba déspota con su hermano pequeño, sentía el poder de ser mayor, violento, fuerte, con recursos para contestar todo lo que le dijese, con la fuerza para hacerle llorar, con la perversa felicidad de ver cómo podía hacerle daño con una sola palabra…Y eso le hacía sentirse superior y, extrañamente excitado cada vez que a su hermano las cosas le iban mal…

Saber que él no era el único que se sentía amargado.

Todo continuó de forma despótica hasta que su hermano se rebeló, lo mando a la mierda (él que siempre lo había mandado a él y pensaba que la mierda era la casa esa de la gitana que se caía a cachos en las afueras) y lo dejó sólo con el ultramarinos familiar…un comercio que olía a queso duro, a bacalao seco, a almendras y a lomo de olla…un comercio que tenía una luz blanquecina y enferma como el color de sus ojos detrás de gafas enormes de patas de concha, que estaba impregnado con una nube de polvo y soledad que todo lo tiznaba...desde la mortadela hasta la colonia de Royal Ambré escondida detrás del mostrador…un melancolía que inundaba todos los rincones del comercio esperando que llegara un tiempo mejor que nunca había sido vivido…

Él siempre había atendido a sus clientes con diligencia y complacencia…hasta que entendió a su hermano y mandó al chuloputas último que entró pidiendo a grito pelao yemitas de Ávila a la mierda…

Y dejó de sentirse tan frustrado....